30 AÑOS POR EL PAIS


1979.

El mundo se veía conmovido. Un puñado de poetas armados ponían fin a la sangrienta dinastía somocista en la Nicaragua de Sandino. Un anciano, el ayatola Jomeini, desde su exilio parisino, obligaba al sha Reza Pahlevi y su bella mujer a abandonar Teherán con vertiginoso sigilo seguidos desde cerca  por las masas revolucionarias que imponían la República Islámica. En tanto, la Rusia stalinista desembarcaba con sus tanques en los pedregosos «pantanos» de Afganistán. En nuestro país la alianza de los usurpadores Videla-Martínez de Hoz comenzaba a agrietarse. Una tenue luz de verdad se insinuaba sobre la sangrienta noche. El fantasma de treinta mil argentinos asesinados, arrancados de sus hogares, lugares de trabajo o de las calles a plena luz del día, recorría redacciones de diarios, golpeaba puertas y clamaba justicia.


El llamado «proceso de reorganización nacional» ya desde el nombre se proclamaba continuador en el siglo XX de la «organización nacional» iniciada por la tétrica dictadura de Mitre en el siglo XIX. Impuso la doctrina de la «seguridad nacional», versión actualizada con la que la «civilización» oligárquica se impuso a la «barbarie» para posicionar los intereses agroganaderos en la nueva división internacional del trabajo. La historia volvía a repetirse, corregida y aumentada.

En respuesta a la presencia de la comisión de DDHH de la OEA, el régimen intentó tapar el sol con millones de autoadhesivos con la consigna «Los argentinos somos derechos y humanos», y con campañas de adhesión realizadas desde las revistas paquetas voceras de la dictadura criminal.

Ese mismo año, un 25 de Mayo, se realiza el primer acto de Homenaje a don Arturo Jauretche, en la sede de las Universidades Populares Argentinas. Cuatro años antes un grupo de militantes de la Izquierda Nacional, Jorge Enea Spilimbergo, Roberto Vera, Hugo Andrade y Miguel Rodas entre otros, previendo la interrupción institucional, comenzaron a diseñar una táctica que permitiera hacer política bajo formas que se adaptaran a situaciones más acotadas.

La contrarrevolución del 76 superó la imaginación de aquellos hombres. El Jauretche tuvo, como suele suceder en toda construcción humana, su protohistoria. Fue en la Casona de Iván Grondona (Montevideo y Corrientes), testigo de las primeras charlas públicas realizadas bajo un terror político y una “crítica de las armas” que casi imposibilitaban la militancia revolucionaria. Le cupo a don Elías Castelnuovo tener el honor de realizar la primera exposición pública en la Casona.

El Ateneo Jauretche, hoy Centro de Estudios Nacionales, no pudo llamarse “nacional” a pesar de la intención de sus fundadores. Las normas despóticas de la dictadura lo impedían. El primer presidente del Jauretche fue Miguel Alfredo Rodas, reemplazado por Norberto (nuestro querido «Flaco») Acerbi; luego, y hasta su muerte en 2004, se hizo cargo de la presidencia nuestro maestro Jorge Enea Spilimbergo. Su actual presidente es el Lic. Néstor Miguel Gorojovsky.

Fue el Centro Jauretche una experiencia inédita, donde confluyeron distintas fuerzas políticas del Movimiento Nacional. En este ámbito la convivencia tuvo un alto grado de respetuosidad y fraternidad revolucionaria. Angel Bruno y Néstor Vicente de la corriente Humanismo y Liberación (DC), Julio Bárbaro (por el peronismo) Emilio Corbiere de la Confederación Socialista Argentina (presidida por Alicia Moreau de Justo), Luís León del Movimiento de Afirmación Yrigoyenista, Ernesto Giudici del comunismo independiente y Guillermo Estevez Boero del Partido Socialista Popular formaron parte, en diversos momentos, de su comisión directiva.

Maipú 62, piso 3ro, departamento 19 fue su primer domicilio. El mismo edificio donde vivía José María Rosa, quien además mucho tuvo que ver con el lanzamiento del Jauretche. Luego, el Jauretche se fue mudando a distintas sedes de la zona sur de la Capital Federal, especialmente en San Telmo y Constitución. Hoy está en Bolívar 1511. Esos domicilios fueron testigos de la vital y creativa ingeniería política desarrollada por Spilimbergo, especialmente en las décadas del 80 y el 90.

La fundación del Partido de la Izquierda Nacional (PIN), la creación del Frente del Sur, el bloque socialista (PIN-CSA-PSA) dentro del Frente Renovador bonaerense, y centenares de conversaciones realizadas con total generosidad con todas aquellas fuerzas políticas que se acercaban al campo nacional, encontraron en Spili un obsesivo orfebre, un componedor magistral, un estratega de primer orden que dejó su impronta revolucionaria en todas esas instituciones y frentes.

El Jauretche fue, a no dudarlo, una verdadera usina del pensamiento nacional y popular. Hombres y mujeres, civiles y militares pasaron por su tribuna para reforzar el proyecto americano que trasciende los límites de nuestra patria chica. En su generosidad, supo abrir sus puertas a un coronel recién salido de su prisión caribeña, que en nuestro país fue recibido por la prensa oligárquica y prácticamente toda la «izquierda» como un «militar golpista», el actual presidente de la República Bolivariana de Venezuela, don Hugo Chavez Frías. Los socialistas de la Izquierda Nacional distinguimos al instante de qué madera estaba hecho, y cuando vino a la Argentina el Jauretche supo cumplir con su deber de ofrecerle un ámbito de hermanos en el mismo combate. No hicimos más que hacer honor a nuestra tradición de revolucionarios latinoamericanos.

Don Alberto Methol Ferré y el Dr. Escarrá Malavé, autor de la constitución bolivariana, fueron algunas de las figuras de la Patria Grande que pasaron por nuestro Centro de Estudios. Entre otros muchos, y siendo seguramente injustos con una infinidad de compañeras y compañeros, recordamos a Norberto Galasso, Antonio Cafiero, Ricardo Foster, Mario Gurioli, Fermín Chávez, Jorge Coscia, el vicecomodoro Ricciardelli, Roberto Perdía, el Ingeniero Horacio Giberti, Ana Lorenzo, Yiyí Constenla, el general Jorge Leal, Humberto Ferraresi, Carlos Barbeito, Juan Pablo Hernández.

El 25 de mayo de 1979 se constituyó la Comisión Nacional Permanente de Homenaje a Arturo Jauretche. A partir de esa fecha se integraron entre otros: G. Abadala, N. Acerbi, B. M. Alberti, O. Alende, D. Alessandro, H. Andrade, R. Arri, E. Astesano, C. Auyero, E. Azcuy, P. Balor, J. Barbaro, N. Barbaro, C. Barbeito, D. F. Bittel, N. Brisky, R.  Brunel, A. Bruno, L. M. Cabral, A. Cairo, E. J. Calamaro, S. Calloni, N. Cantariño, D. Carbonetto, O. R. Cardoso, C. Carella, A. Carlino, D. Carpani, E. Castelnuovo, J. M. Castiñeira de Dios, O. J. Cavallieri, F. Chavez, M. I. Constenla, E. Corbiere, J. Coscia, C. de Graciano, O. de Hernandez, R. de Lio, L. de Muñoz Azpiri, E. de Vedia, F. del Corro, A. Delfico, H. Diaz, L. Donikian, J. Dorio, J. E. Spilimbergo, G. Estevez Boero, J. Falu, E. Falu, C. Farias Gomez, M. Farias Gomez, L. Farinello, R. Fernandez, A. Ferraresi, S. Ferro, M. Fiorentino, M. Fontela, A. Ford, A. Framini, C. French, N. Galasso, G. Gallo, M. Garcia Reyes, M. Garcia, S. Garre, B. Gerez, H. Giberti, L. Gieco, J. Giles, E. Giudici, E. Goldar, E. Gonzalez, A. Gonzalez Arzac, N. Gorojovsky, R. Goyeneche, R. Grunauer, A. Guerberoff, O. Guglielmino, E. Guibourg, H. Guisado, F. “Barba” Gutierrez, P. J. Hernández, E. Jaimovich, H. Jauretche, E. Jauretche, O. Jauretche, M. Jorge, L. Killian, L. Lamborghini, A. A. Latendorf, J. Leal, L. Leon, E. Loffi, A. Lorenzo, E. Marechal, J. Marziali, M. Mascialino, C. Mastrorilli, G. Maturo, M. Mazzitelli, S. Mennucci, T. Miller, A. Moffat, A. Moreau de Justo, D. Muchnik, W. Mugnani, E. Muñoz, J. L. Muñoz Aspiri (h), L. A. Murria, L. Nebbia, G. Olmo, R. P. Graciano, O. Palmeiro, C. Paz, R. O. Pelicciotti, A. Peña Lillo, L. Pepe, A. J. Pérez Amuchastegui, V. Pichel, R. Piglia, J. Piumato, A. Pocovi, H. Presman, D. Puiggros, C. Quiros, H. Recalde, H. Ricciardelli, M. A. Rodas, L. A. Rodríguez, J. M. Rosa, E. Rosa, H. Rosmarino, G. Rosmarino, C. Rossetto, A. Ruiz, E. Sabato, D. Saenz, H. Salas, M.  Sanchez, L. Saralegui de Unamuno, L. Sartori, J. C. Schmid, G. Selser, J. Silvetti, V.  Solano Lima, G. Stafforini, O. Steinberg, R. Stella, E. Suarez, M. Tenewicki, R.  Tizziani, O. Traversa, S. Ubaldini, M. Unamuno, F. Urioste, A. Urthiague, M. Vaca y N. Vicente, entre otros. Por decisión del Centro, Carlos Saúl Menem, que integro con anterioridad a su presidencia, fue expulsado de la misma por traición a la Patria.

La Primera Comisión Directiva estuvo compuesta por: Presidente: Miguel A. Rodas, Secretario: Norberto Acerbi, Integrantes: Jorge Enea Spilimbergo, Roberto Vera, Enrique de Vedia, Dario Alessandro, Guillermo Estevez Boero, Miguel Unamuno, Luis Leon, Nestor Vicente, Julio Barbaro, Emilio J. Corbiere, Maria Isabel Constenla y Ernesto Giudici

Sus protagonistas de ayer y de hoy, quizás, no alcanzamos a percibir en su real dimensión  la lucha patriótica, auténtica y desigual de estas tres décadas. El puñado de militantes que dio el paso fundacional, más los jóvenes que luego se sumaron, logramos resistir el tsunami neoliberal de los 90 (cuando el enemigo era el Estado y el dios mercado ejercía su omnímoda dictadura). Sabemos que ayudamos así a mostrar que la historia existe y la escriben los pueblos, no los tecnócratas de los organismos internacionales de crédito.

Con esta militancia que semana a semana continúa manteniendo viva la llama de la liberación tratamos de mantener vivo el mandato que nos llega de los retratos colgados de las paredes de todas nuestras sedes: Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos, Raúl Scalabrini Ortiz, Simón Bolívar, José de San Martín, Jorge Enea Spilimbergo, Karl Marx, Ernesto (Che) Guevara, Hipólito Yrigoyen, Ramón Carrillo, Juan Domingo Perón, Eva Duarte, Ernesto Giudice, Juana Azurduy, el «Chacho» Peñaloza, Manuel Ugarte, José Gervasio Artigas, Ramón Carrillo nos observan desde allí. Es natural para nosotros, porque, parafraseando a don Hipolito Irigoyen, creemos simplemente que «en política se hace lo que se debe».

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